jueves, 26 de abril de 2012

Que fabriquen ellos


Que cada mes tengas que pagar una letra del tamaño de un toro de Osborne puede tener dos consecuencias, que agudices el ingenio para sacar el proyecto adelante o que la cornada se proporcional al toro, a la letra y al entierro.

Con nuestra fábrica reluciente las primeras cornadas la capeamos gracias a la tendencia del mercado, en aquellos primeros años 2000 en nuestro sector todo era hacia las nubes, algo así como el penalti que lanzó Sergio Ramos en la semifinal de la Champions. Un análisis algo más profundo dejaba claro que atendíamos un exceso de demanda en productos de baja gama con un precio medio penoso y sin conseguir un posicionamiento que nos diese estabilidad si venía el viento en contra. Poco aficionados a las reuniones no necesitamos muchas para descartar montar una estrategia para posicionar la marca a nivel nacional sobre todo por aquello de los plazos requeridos, la inversión necesaria y las cornadas de nuestro amigo el toro cada mes. 



Como industrial fabricar para otros bajo sus marcas no está del todo bien visto, sobre todo por aquellos que todavía creen poder conquistar comercialmente un mercado por su bella cara y sin apenas inversión. La cruda realidad es todo lo contrario, abrir mercados, hacerlos crecer y mantenerlos fuera del alcance de la competencia tiene tal coste que no tiene nada que envidiar a cualquier inversión industrial. Nuestra apuesta fue clara, seguir creciendo en nuestro mercado propio introduciendo los productos de alta gama conforme a nuestras fuerzas y apostar por fabricar para otros aun sacrificando margen.

 Otros fabricantes de mortero sin la capacidad técnica o industrial suficientes, ceramistas o caravisteros fueron nuestros objetivos. Todos ellos con mercados propios al alcance de nuestras manos y de pocas reuniones comerciales. En menos de un año los objetivos se cumplieron, los pedidos llegaban, se fabricaban y se suministraban con tal alegría que ampliamos la fábrica para poder atender la demanda generada. Aquello parecía no tener fin pero otro toro con los cuernos más grandes nos esperaba tras la esquina.

Han pasado los años y todavía la fabricación para otras marcas es un porcentaje significativo de nuestra facturación. Con algunos clientes seguimos, otros no existen y otros nos pusieron unos cuernos más grandes que los de nuestro amigo el toro pero lo que resuena una y otra vez en mi cabeza ante la situación actual, demanda famélica y tanta fábrica de adorno, son las palabras de mi viejo amigo comercial multicartera que llamaba mandamiento judío: “comprarás y venderás, pero nunca fabricarás”. Solo comercializar te dota de cierta flexibilidad ante sorpresas desagradables, ser fabricante se parece bastante a tener los pies dentro de un metro cúbico de hormigón. Barreras de salida le llaman en las escuelas de negocio al tener o no tener "hormigón" en los pies.

Ya es tarde para lamentos, y no creo que una sociedad que pretenda ser un actor importante en el contexto internacional se pueda permitir sistemáticamente un “que fabriquen ellos”.

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