domingo, 18 de diciembre de 2011

Operaciones Especiales. Parte II


Aprovechando que teníamos la intención de pasarnos por la SAIE ( http://www.saie.bolognafiere.it/ ), feria italiana de referencia para el mundo de los materiales de construcción, le comunicamos al comercial de la firma italiana que sería perfecto visitar su fábrica y aquellas instalaciones que estimase oportuno, vamos, una tourné por parte de Italia. Aceptó, era previsible.

Gracias a la estupenda comunicación que tenía, y tiene, el aeropuerto granadino nos vimos obligados a hacer noche en Madrid. De mala gana salimos a tomar algo por el centro dispuestos a volver lo antes posible, el vuelo a Bolonia era tempranero. El motivo por el cual de nuestras habitaciones solo usamos las duchas carece de importancia, digamos que la noche empezó sin lustre pero se animó. Por suerte el taxista demostró ser un hombre comprensivo y achicó Madrid lo suficiente. No perdimos nuestro vuelo.

SAIE 2010
Ya en la feria recibimos la primera llamada de nuestro anfitrión. Lo pactado era que seríamos “suyos” tras el último día. Nos localizó y el marcaje dio inicio. Fue un día duro aunque no supe si por la completa noche madrileña o por esta nueva versión cansina del comercial que conocí profesional y comedido en sus repetidas visitas a nuestras instalaciones. No le importaba que el stand fuese de azulejos, herramientas o ropa de trabajo para adelantarnos punto por punto todo lo que veríamos tras la feria. Por suerte nuestro agotamiento era tan visible que, tras una cena rápida, comprendió que necesitábamos recogernos pronto.

Dos días más tarde, el último de la feria, se presentó por la mañana en nuestro hotel. Nos propusimos darle esquinazo y lo habíamos conseguido hasta esa mañana. Tras varios reproches velados nos dio la documentación del hotel para esa noche y el resto del plan para los siguiente días, en adelante éramos suyos pareció decirnos o eso quise entender. No le dimos muchas explicaciones sobre nuestros dos días de feria y dos noches por Bolonia. Es la ventaja de ser el cliente.

Bolonia
De camino a la feria hojeamos el plan… Rimini?? El hotel para esa noche, por cuenta de nuestro anfitrión, estaba en Rimini!!! Nuestro conocimiento de la geografía italiana no era de relumbrón pero si para ubicarlo en la costa del Adriático y el resto de la ruta camino de Florencia por el interior. Esta vez si fuimos a su stand. Problemas con los hoteles nos dijo. Cuando nos bajamos del taxi frente a la estación vimos el hotel Bolonia Mercure. Caras pero habitaciones quedaban. En 2005 los españoles no solo invadíamos las ferias europeas sino que no estábamos dispuestos a meternos 120 km de ida y vuelta por más que fuese gratis transporte y hotel.

En adelante todo fue a peor. Por la estrecha y repleta “autoestrada” que nos llevó a la primera visita le explicamos con pocas palabras que no conocimos Rimini y que si encontramos habitaciones libres en Bolonia la noche anterior. Las visitas estaban mal preparadas, en una incluso claramente no tenían interés por dejarnos ver las máquinas. El primer hotel, en un polígono de Florencia, supongo que veinte años atrás fue digno.

El día siguiente intuimos Florencia un par de veces circulando de fábrica en fábrica sin explicarnos como se podía conducir con los coches tan juntos y tan rápidos sin rozarse los retrovisores. Una vez más acabamos reventados y cabreados en el mismo hotel de polígono que seguía estancado en los años 80.

San Gimignano
Con ganas empezamos el último día, ganas de perder de vista a ese comercial-lapa que nos había secuestrado en toda regla. Clarito se lo dejamos en el desayuno que la tarde la queríamos libre para callejear algo por la ciudad antes de tomar el tren camino de Bolonia. De nuevo la autoestrada repleta camino de otra fábrica que visitamos como autómatas desperdiciando, por nuestro mal humor, las colinas salpicadas de olivos y vides de la Toscana que veíamos por la ventanilla del coche y no podíamos disfrutar. Como si supiese que había tensado la cuerda en exceso comimos, a modo de despedida en San Gimignano… nuestro cabreo se diluyó. Nos relajamos con el espectáculo. Tras la comida y ya camino de Florencia nos propusieron una visita rápida a sus instalaciones. Encerrados en un despacho con el comercial y el propietario de la firma nos miramos con asombro. Pretendían cerrar los “flecos” del contrato!. Pedimos urgentemente el taxi ya sin disimular nuestro enfado, para rematar la escena eran las 17h y ya solo veríamos Florencia a la carrera subidos en un coche.

En el tren, en la noche última noche en Bolonia y en el vuelo a Madrid todo fue un rosario de quejas y lamentos por las oportunidades turísticas perdidas. Eliminar a la opción italiana fue claramente por causas objetivas tras las primeras visitas pero, ante un empate con otra opción, hubiese sido fulminada por un cúmulo de causas subjetivas que ningún comercial con sentido común pude perder de vista. Ya en Madrid nos alegramos por no poder volar a Granada hasta la mañana siguiente y una vez más solo usamos la ducha del hotel y de nuevo el taxista tuvo que achicar Madrid para no perder el vuelo.


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